La
vida que vendrá, novela de la escritora Pilar Aguarón Ezpeleta, es
una historia circular. La trama se inicia en una churrería, La
Poliana, un local pequeño con cuatro mesas y una peculiaridad que ha
añadido la dueña: unos anaqueles con libros y unos sillones de
lectura que nadie ha usado nunca. La propietaria, Irina, una
bielorrusa que acaba de salir de la cárcel donde cumplía condena por
asesinar a su marido, regresa al pueblo y se instala a 200 metros de
donde todavía vive su familia política.
Poco a poco, a través de los distintos personajes, vamos conociendo
los hechos que conmocionaron al pequeño pueblo de Villalón.
Descubrimos la personalidad del finado: Julio. Un tipo peculiar:
tahúr, putero, vago y vivalavirgen, que encontró la muerte en su
noche de bodas.
La narración se conforma desde la perspectiva que aporta cada uno de
los personajes. Entre todos componen un argumento poliédrico y pleno
de matices.
No es hasta los últimos párrafos de la novela cuando el lector ata
todos los cabos, conoce la causa del asesinato y comprende las
razones de Irina. Entonces podemos comprenderla y exculparla.
Pilar Aguarón ha elaborado una novela amena, con buen ritmo
narrativo, con la tensión justa y bien dosificada hasta un desenlace
sorpresivo que se desea desde la primera página. Los personajes son
gente sencilla y cercana, con la que no cuesta identificarse, porque
la autora ha sabido inyectarles humanidad y realismo.
La vida que vendrá se lee con facilidad y se disfruta porque la
trama va ensamblando piezas que construyen el poliedro complejo que
es la vida.
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