COMO UNA SELVA
© Anabel Consejo Pano
Parece que asoma, sigilosamente, de detrás de un visillo, pero ella nunca se ha escondido detrás de nada. Su mirada rasga el ambiente como una daga, empuñada por dos ojos que parecen dos universos. No se les escapa ni una mota a su eficiente observar, ni un gesto, ni una respiración. Ella sabe que en el buen mirar reside parte del éxito de la vida. Se ha de saber mirar para poder describir, o con plumas o con pinceles, ya que si se es ciego, nada se puede ver. Y ella, escrutadora nata, vigila y toma apuntes de todo lo que acontece a cincuenta metros a la vista. Porque ser dueña y señora de su alrededor conlleva un firme propósito de no desfallecer ante la adversidad, de crecer ante ella más que un girasol siguiendo a su astro protector. Sin embargo, esas ventanas tan abiertas dejan escapar parte de su interior. Son el comienzo de un camino para elegidos, senda selvática y húmeda que nos promete que nunca pasaremos frío si somos capaces de llegar hasta el final. Final del que no se puede regresar. Brillos se atisban, son lágrimas que no van a caer, permanecerán allí en recuerdo de los que lo intentaron, no importa que nunca llegaran a alcanzarlo.