CARAS, CARAS, CARAS, ROSTROS, ROTROS. FAZ
©José Antonio Prades
Están arriba. Desde lo alto, flotan en la sala sin techo alrededor de esa figura con capa. Sin techo, con capa, huecos en la pared y el infinito detrás. Me miran. Son cuadros.
-¿Quieres venir con nosotros? –dicen todos los ojos a la vez como una voz. Tengo miedo, pero subo y floto con ellos.
La figura mueve la capa, transmite movimiento al aire que me rodea, una sucinta imagen llena de colores oscuros me agrede con su marco. Vuelo más deprisa con una pupila de compañera y atisbo el horizonte lleno de azul.
Un semblante le dice al otro:
-Este elemento se está quedando con nosotros.
¿Le hacemos hueco o le matamos?
Parecen guerreros sin espada. Me presto a ellos confiando en que harán lo que el destino dicta.
Ni me importa el hueco ni me importa morir.
Caras, caras, caras.
Rostros, rostros.
Faz.
Quiero colores, más vivos, más rojo, rojo, rojo. Y la capa se vuelve roja con filamentos naranjas o azules, dedos que me arrebatan el protagonismo de la escena y se lo dan a la figura negra, parece un amigo.
Se carcajea, pero sin burla. Me ayuda en mi temor, los ojos miran y miran, sigo volando con la figura negra tapando a mi pupila compañera, me abrazan, los dos.
Habla la figura:
-¿Eres yo? ¿Adónde vas? Deja la pupila.
Intento hablar y no puedo, pero me escucha : “no sé dónde estoy ni quién soy”.
-Mira a las caras. Soy tu cara. Iré contigo.
Me escucha de nuevo, sin ruido, suena de fondo un violín: “ponte en mí”.
La figura con capa soy yo y me veo volando, vuelo. Tengo la pupila a mi lado y los cuadros hacen sinfonía en vórtice.
Caras, caras, caras.
Rostros, rostros.
Faz.