A Pilar Aguarón
En el poemario Vórtice
© María Otal.2014

Ahora piensa en él.
Rabiosamente intensa,
su piel dormida, dispuesta
entre los pliegues del entrecejo,
analizando el espacio en blanco
y la hora, que se acelera
irremediablemente.
El tiempo pasa pero no avanza.
Ahora piensa en sí misma,
en sus manos desprendidas
fugitivas de colores,
en sus labios fugaces, mudos,
de apretada postura,
en su campo de batalla
impoluto de heridas insalvables.
La hora sigue su legítima marcha.

Comienza un rodeo de ocres,
una fatiga de imaginarios gigantes
que aterrizan, uno a uno,
en un lugar expreso del lienzo.
Esos ojos o, las manos estrepitosas,
dejan paso al relax del otoño
dónde los sueños vagan
convaleciendo sus males.
Ya no piensa, ahora admite vivir.
En sus ojos hay luz ambarina
y una estrella palpita en su frente
cuando dejan, sus manos,
definida su obra
y una pluma, adivina sin pausa,
el rubor que destila
y se impregna en el aire.
Ni el reloj, ni la hora, ni el tiempo
tienen importancia…
¡Ha nacido de la nada, su obra de arte!

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