La hora del soldado

  • Autora de texto e ilustraciones Pilar Aguarón Ezpeleta.
  • Ediciones Universidad San Jorge y Sibirana Ediciones. 2024.
  • 139 páginas.
  • ©Olga Muñoz García, profesora jubilada de Lengua castellana y Literatura.

 

          Los aguaronianos somos muy leales a la literatura y la pintura de Pilar Aguarón Ezpeleta; de ahí nuestro sobrenombre. Acudo, por ello, rauda y veloz a la última entrega de sus relatos, editada en esta ocasión y muy bellamente por cierto por Ediciones Universidad San Jorge y  Sibirana Ediciones. Se trata de una colección de quince cuentos para los que la autora ha pintado otras tantas ilustraciones, lo que, sin duda, enriquece el conjunto. Algo a lo que su polifacética artífice ya nos tiene acostumbrados.

         El título del libro proviene de su primer relato, uno de los más largos del ejemplar, que sirve como magistral marco que confiere unidad y coherencia al resto. La hora del soldado es ese tiempo de aletargamiento canicular en que las protagonistas del relato — Charito, Lucrecia y Bruna (qué maravillosos personajes los de estas dos hermanas antitéticas, de sonoros nombres) — “se desentendían del mundo y podían ser ellas mismas, la hora de la libertad y las confidencias”.

         Y es que eso puede ser este libro, la hora del soldado de los lectores, un apartarse del marasmo cotidiano para, siguiendo sus páginas, sumirnos en un terreno de libertad y confidencias enhebradas con palabras.

         Estos quince relatos no son sino historias narradas desde una voz femenina y feminista, que viene establecida desde la perspectiva narrativa dominante, una primera persona autobiográfica, que hace que el lector conozca desde dentro el sentir y las peripecias vitales de mujeres valientes y dignas, que se arriesgan a elegir y aceptan las consecuencias de sus decisiones. Tanto aquellas que se equivocan al asumir el destino previsto para las mujeres en un mundo patriarcal — ser esposa y madre — renunciando a la realización personal como las que optan por escaparse de tan asfixiante panorama, viviendo sus sueños personales. Todas las protagonistas son conscientes de su elección sin caer ni en la autocompasión, ni en la autocomplacencia. Asunción de la propia vida, para bien o para mal.

         Son varios los relatos en que estos modelos de mujer aparecen: el ya mencionado La hora del soldado o el tristísimo Mater amantissima, en que la elección de una vida convencional que sigue los caminos trillados desemboca en la demencia y la desmemoria.

         Solo dos cuentos son protagonizados por varones y ambos se narran desde una tercera persona omnisciente. Se diría que a la autora se le antoja impostura hablar desde la sensibilidad masculina. Ambos son relatos nostálgicos de un momento de amor fugaz que nunca han logrado olvidar y cargan con el recuerdo indeleble de las mujeres que lo vivieron con ellos. Se trata de La chica de Sarajevo, un relato de culpabilidad de tono ensoñador y La canción de los viejos amantes, muy cercano y no exento de humor.

         En resumen, relatos de intrahistoria unamuniana que devienen universales y colocan al lector ante un espejo en el que reconocerse y ver reflejado el doliente y dispar mundo que habitamos.

         Aguarón Ezpeleta, cuya prosa sumaria y carente de retórica es perfectamente reconocible, vuelve a sus temas habituales — el amor y su reverso, el peso del recuerdo, los destinos frustrantes, el abuso del poder, la doble moral, las violencias contra las mujeres…—. Es la suya una literatura existencial, pero no carente de dimensión social, como puede verse en este volumen claramente en Scoop, uno de los relatos más duros de esta entrega.

         Finalmente, respecto a las dimensiones espaciotemporales, como es costumbre en  ella, nos movemos en el siglo XX, especialmente en la segunda mitad, pero en esta ocasión se adentra también en el XXI, alcanzando las historias hasta nuestros días, incluso rebasándolos en el, a mi juicio, más original de los cuentos del volumen. Se trata de Hubo un tiempo en que fui escritora, de claras notas autobiográficas y cargado de ironía, en el que la escritora lleva a cabo un durísimo ajuste de cuentas al modelo social actual y nos enfrenta a un sorprendente futuro distópico de caos y falta de libertad.

         La multitud de referencias a personalidades y hechos reales que salpica los relatos sirven para contextualizar las pequeñas peripecias individuales de sus personajes, que adquieren así hondura y verosimilitud.

         En resumen, una delicia de libro, de prosa trasparente y luminosa, que exuda verdad y vida y, en su aparente sencillez, cargado de conocimiento del alma humana.

         Chapeau por Pilar Aguarón que lo ha vuelto a lograr.                                                 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies