EL OLVIDO
©Pilar Aguarón Ezpeleta
La tarde en que lo conoció la tierra y el cielo parecieron confundirse. Todo lo dejó para seguirle, cambió de hábitos, cambió de amigos y cambió su vida entera sólo para complacerle.
Cuando el vendaval que acabó con el amor lo devastó todo, no quedó en pie ni el dolor, ni el rencor, ni la melancolía, sólo sobrevivió el olvido.
Pablo la besó en la frente y le acarició la boca, entreabriendo sus labios hasta rozar los dientes y en un susurro dijo:
—Vístete deprisa, que están a punto de volver, y ya sabes, de esto, ni una palabra a papá.